CDC
Early Release / January 26, 2016 / 65(3);1–5
Guías provisionales para la evaluación y pruebas de los lactantes con posible infección congénita por el virus Zika - Estados Unidos, 2016
martes, 26 de enero de 2016
jueves, 21 de enero de 2016
Más evidencias de que el nacimiento prematuro podría aumentar el riesgo de autismo
Pero los investigadores detectan una tasa más baja que la que se ha reportado anteriormente
Pero los investigadores detectan una tasa más baja que la que se ha reportado anteriormente
21 de enero de 2016 -- Según un estudio reciente, los bebés muy prematuros podrían tener un riesgo más alto de haber sido diagnosticados con autismo a los 4 años de edad, aunque la investigación cuestiona qué tan altas son esas probabilidades.
El estudio australiano, publicado en línea el 21 de enero en la revista Pediatrics, encontró que poco menos del 2 por ciento de los recién nacidos prematuros y con un tamaño pequeño fueron diagnosticados luego con autismo entre los 2 y los 4 años de edad.
Esa prevalencia, apuntaron los investigadores, es más baja que la observada en estudios anteriores, en que las cifras han variado de alrededor de un 4 a un 13 por ciento.
También dijeron que hay motivos para confiar en la veracidad de sus hallazgos. Este estudio es uno de los pocos que evalúa directamente a los niños, en lugar de utilizar cuestionarios para los padres, apuntó la investigadora líder, Margo Pritchard, profesora de enfermería neonatal de la Universidad Católica de Australia, en Brisbane del Sur.
"Lo que encontramos es que nacer de forma muy prematura es un factor de riesgo, algo consistente con estudios anteriores", dijo Pritchard. "Pero cuando se aplica el rigor diagnóstico, usando una evaluación directa, la tasa de autismo es más baja que la reportada en otros estudios".
Sin embargo, el Dr. Paul Wang, vicepresidente principal de investigación médica de Autism Speaks, una organización sin fines de lucro, dijo que no está claro cómo interpretar la prevalencia más baja.
Los métodos de los estudios son distintos, y algunos han seguido a los niños por periodos más largos (hasta los 8 años o más), así que resulta difícil saber qué estimados se acercan más a la verdad, comentó Wang.
En lugar de ello, consideró los nuevos hallazgos como un respaldo adicional al panorama general. "La prematuridad y el bajo peso al nacer son factores de riesgo del autismo", señaló Wang.
Pero también enfatizó que no hay un solo factor contribuyente al trastorno del espectro autista, un trastorno del desarrollo que se cree que afecta a uno de cada 68 niños de Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
El autismo es complejo, dijo Wang, y la mezcla de causas varía de un niño a otro. Pero en general, los expertos creen que comienza con una vulnerabilidad genética, en combinación con ciertas exposiciones ambientales en un momento crítico del desarrollo, en particular en el útero.
Los investigadores siguen intentando comprender las influencias ambientales, comentó Wang.
Según Autism Speaks, los estudios han implicado varios factores además del nacimiento prematuro. Incluyen a los padres con una edad más avanzada, además de la exposición prenatal a ciertas infecciones, a la contaminación atmosférica o a fármacos particulares, como el ácido valproico (Depakote), un anticonvulsivo.
Para el nuevo estudio, el equipo de Pritchard evaluó a 169 niños pequeños nacidos antes de la semana 29 de embarazo. Se les examinó a los 2 y a los 4 años de edad por posibles señales del autismo, como retrasos en el lenguaje, o una falta de interés en los demás niños.
En general, un 13 por ciento de los niños tuvieron resultados "positivos" y se sometieron a más evaluación. Al final, justo por debajo del 2 por ciento fueron diagnosticados con autismo.
Pero Wang apuntó que casi todos los niños que resultaron positivos pero que no recibieron un diagnóstico formal tenían problemas significativos con la comunicación, con el juego imaginativo o con las conductas repetitivas, por ejemplo.
Y dado que los bebés muy prematuros están en riesgo de varios problemas del desarrollo, diagnosticar el autismo de forma definitiva a una edad temprana puede resultar difícil, explicó Wang.
Pritchard se mostró de acuerdo en que determinar el autismo en esos niños es difícil. Pero añadió que evaluaciones que son el "estándar de excelencia", como la Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo (que se utilizó en este estudio) pueden ayudar a diagnosticar el trastorno a una edad temprana.
Sea cual sea la verdadera prevalencia de autismo entre los prematuros, es importante que esos niños reciban evaluaciones rutinarias del desarrollo, enfatizaron Wang y Pritchard.
"Hay que seguir y evaluar de cerca a todos esos niños", dijo Wang. De esa forma, cualquier discapacidad (física, mental o social) se puede detectar pronto y ser abordada.
"Identificar las diferencias tempranas en el desarrollo puede ayudar a vincular a los niños con unas prácticas efectivas de intervención", concurrió Pritchard.
Añadió que "la moraleja es aprovechar la monitorización del desarrollo y mantener a los niños nacidos de forma muy prematura en esos programas durante toda la niñez".
El estudio australiano, publicado en línea el 21 de enero en la revista Pediatrics, encontró que poco menos del 2 por ciento de los recién nacidos prematuros y con un tamaño pequeño fueron diagnosticados luego con autismo entre los 2 y los 4 años de edad.
Esa prevalencia, apuntaron los investigadores, es más baja que la observada en estudios anteriores, en que las cifras han variado de alrededor de un 4 a un 13 por ciento.
También dijeron que hay motivos para confiar en la veracidad de sus hallazgos. Este estudio es uno de los pocos que evalúa directamente a los niños, en lugar de utilizar cuestionarios para los padres, apuntó la investigadora líder, Margo Pritchard, profesora de enfermería neonatal de la Universidad Católica de Australia, en Brisbane del Sur.
"Lo que encontramos es que nacer de forma muy prematura es un factor de riesgo, algo consistente con estudios anteriores", dijo Pritchard. "Pero cuando se aplica el rigor diagnóstico, usando una evaluación directa, la tasa de autismo es más baja que la reportada en otros estudios".
Sin embargo, el Dr. Paul Wang, vicepresidente principal de investigación médica de Autism Speaks, una organización sin fines de lucro, dijo que no está claro cómo interpretar la prevalencia más baja.
Los métodos de los estudios son distintos, y algunos han seguido a los niños por periodos más largos (hasta los 8 años o más), así que resulta difícil saber qué estimados se acercan más a la verdad, comentó Wang.
En lugar de ello, consideró los nuevos hallazgos como un respaldo adicional al panorama general. "La prematuridad y el bajo peso al nacer son factores de riesgo del autismo", señaló Wang.
Pero también enfatizó que no hay un solo factor contribuyente al trastorno del espectro autista, un trastorno del desarrollo que se cree que afecta a uno de cada 68 niños de Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
El autismo es complejo, dijo Wang, y la mezcla de causas varía de un niño a otro. Pero en general, los expertos creen que comienza con una vulnerabilidad genética, en combinación con ciertas exposiciones ambientales en un momento crítico del desarrollo, en particular en el útero.
Los investigadores siguen intentando comprender las influencias ambientales, comentó Wang.
Según Autism Speaks, los estudios han implicado varios factores además del nacimiento prematuro. Incluyen a los padres con una edad más avanzada, además de la exposición prenatal a ciertas infecciones, a la contaminación atmosférica o a fármacos particulares, como el ácido valproico (Depakote), un anticonvulsivo.
Para el nuevo estudio, el equipo de Pritchard evaluó a 169 niños pequeños nacidos antes de la semana 29 de embarazo. Se les examinó a los 2 y a los 4 años de edad por posibles señales del autismo, como retrasos en el lenguaje, o una falta de interés en los demás niños.
En general, un 13 por ciento de los niños tuvieron resultados "positivos" y se sometieron a más evaluación. Al final, justo por debajo del 2 por ciento fueron diagnosticados con autismo.
Pero Wang apuntó que casi todos los niños que resultaron positivos pero que no recibieron un diagnóstico formal tenían problemas significativos con la comunicación, con el juego imaginativo o con las conductas repetitivas, por ejemplo.
Y dado que los bebés muy prematuros están en riesgo de varios problemas del desarrollo, diagnosticar el autismo de forma definitiva a una edad temprana puede resultar difícil, explicó Wang.
Pritchard se mostró de acuerdo en que determinar el autismo en esos niños es difícil. Pero añadió que evaluaciones que son el "estándar de excelencia", como la Escala de Observación para el Diagnóstico del Autismo (que se utilizó en este estudio) pueden ayudar a diagnosticar el trastorno a una edad temprana.
Sea cual sea la verdadera prevalencia de autismo entre los prematuros, es importante que esos niños reciban evaluaciones rutinarias del desarrollo, enfatizaron Wang y Pritchard.
"Hay que seguir y evaluar de cerca a todos esos niños", dijo Wang. De esa forma, cualquier discapacidad (física, mental o social) se puede detectar pronto y ser abordada.
"Identificar las diferencias tempranas en el desarrollo puede ayudar a vincular a los niños con unas prácticas efectivas de intervención", concurrió Pritchard.
Añadió que "la moraleja es aprovechar la monitorización del desarrollo y mantener a los niños nacidos de forma muy prematura en esos programas durante toda la niñez".
lunes, 11 de enero de 2016
El tipo de parto y los métodos de alimentación del bebé pueden afectar a la composición de los intestinos
Un estudio muestra que el parto vaginal y la lactancia materna crean bacterias intestinales distintas que las cesáreas y la fórmula
11 de enero de 2016 -- Un parto vaginal y la lactancia materna significan una diferencia notable en la composición bacteriana de los intestinos de un bebé, según una nueva investigación.
El tema es la conformación gastrointestinal del microbioma, que es el conjunto de microbios, que se encuentran mayormente en el intestino grueso, que son esenciales para el sistema inmunitario y para una buena nutrición.
Al evaluar los registros sobre el nacimiento y la alimentación de más de cien bebés cuando tenían 6 semanas de edad, los investigadores encontraron que los que nacieron por vía vaginal tenían una composición intestinal distinta que los que nacieron por cesárea.
También se observaron diferencias entre los bebés que recibieron lactancia materna exclusiva y los alimentados con fórmula o una mezcla de fórmula y leche materna.
Pero no está claro si esas diferencias afectan a la salud del bebé a corto o a largo plazo, dijo la coautora del estudio, Anne Gatewood Hoen.
"Nuestro estudio no establece vínculos con resultados de salud en este momento", dijo Hoen, profesora asistente de epidemiología y ciencias de los datos biomédicos de la Facultad de Medicina Geisel del Colegio Dartmouth en Lebanon, New Hampshire.
Pero Hoen y la autora líder, la Dra. Juliette Madan, neonatóloga y profesora asistente de pediatría de la Facultad de Medicina Geisel del Dartmouth, anotaron que su equipo se "sorprendió al hallar que incluso tres semanas tras nacer, el microbioma intestinal parecía ser conformado por el tipo de parto tanto como por el método de alimentación".
"Esto sugiere que el importante encuentro con la vida bacteriana que ocurre durante el proceso del nacimiento es muy importante para establecer el microbioma intestinal, y que sus efectos son duraderos", dijeron los investigadores.
Los autores anotaron en el estudio que "la cesárea se ha asociado con un aumento en el riesgo de obesidad, asma, enfermedad celíaca y diabetes mellitus tipo 1", y en comparación con la alimentación con fórmula, "la lactancia materna se ha relacionado con una reducción en los riesgos de enfermedades como el asma, la obesidad, la infección, el síndrome metabólico y la diabetes".
Hoen y Madan describieron sus hallazgos en la edición en línea del 11 de enero de la revista JAMA Pediatrics.
Unos dos tercios de los bebés del estudio nacieron por vía vaginal, y el tercio restante por cesárea. De forma similar, unos dos tercios fueron alimentados exclusivamente con leche materna en las seis primeras semanas de vida, mientras que 26 fueron alimentados con una combinación de leche materna y fórmula. Seis fueron alimentados solo con fórmula.
Los análisis de heces revelaron que el método de nacimiento del bebé tenía al menos un impacto igual de importante en las diferencias intestinales que la dieta.
El equipo de investigación también encontró que los bebés alimentados con una mezcla de fórmula y leche materna terminaban con una composición intestinal a las seis semanas que era más o menos igual que los que se alimentaron solo con fórmula, un hallazgo que investigaciones anteriores no habían notado.
No está claro qué significa todo esto para la salud de los bebés cuando crezcan. Pero Hoen y Madan dijeron que sus resultados "respaldan las recomendaciones actuales de parto vaginal si es posible, de evitar las cesáreas a menos que sean médicamente necesarias, y de lactancia materna exclusiva cuando sea posible".
El Dr. Mark Corkins, médico certificado de respaldo nutricional del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee en Memphis, dijo que los hallazgos no le sorprendieron.
"Es obvio que la forma en que se nace hace una diferencia", aseguró. "Por supuesto, los intestinos del niño no nacido no contienen ninguna bacteria mientras están en el útero. Cuando están dentro de mamá, dentro del líquido amniótico, no hay bacterias. Uno solo llega a la colonización después de nacer, al tragar bacterias durante el parto, si se nace a través de la vagina, porque la vagina no es estéril".
"Pero si se nace vía cesárea, el vientre se desinfecta en un quirófano estéril", explicó Corkins, que también funge como jefe de la división de gastroenterología pediátrica del Hospital Pediátrico Le Bonheur, en Memphis. "No se obtiene la misma flora. Se obtiene básicamente lo que hay en el hospital".
"Y entonces, tras nacer, si le alimentan con fórmula (que es nutricionalmente completa) tampoco se obtienen todas las cosas de la leche materna que la fórmula no puede replicar: los factores de crecimiento, y cosas que fomentan el desarrollo de ciertas bacterias buenas que estamos diseñados para tener en nuestro colon".
"Aunque las técnicas de microbiología que se están usando ahora para estudiar el tema son mejores, no es en realidad un hallazgo del todo nuevo", añadió. "Sabemos que la ruta por la cual se nace importa, y también el tipo de alimento tras nacer. Ambas cosas hacen una diferencia".
Un estudio muestra que el parto vaginal y la lactancia materna crean bacterias intestinales distintas que las cesáreas y la fórmula
11 de enero de 2016 -- Un parto vaginal y la lactancia materna significan una diferencia notable en la composición bacteriana de los intestinos de un bebé, según una nueva investigación.
El tema es la conformación gastrointestinal del microbioma, que es el conjunto de microbios, que se encuentran mayormente en el intestino grueso, que son esenciales para el sistema inmunitario y para una buena nutrición.
Al evaluar los registros sobre el nacimiento y la alimentación de más de cien bebés cuando tenían 6 semanas de edad, los investigadores encontraron que los que nacieron por vía vaginal tenían una composición intestinal distinta que los que nacieron por cesárea.
También se observaron diferencias entre los bebés que recibieron lactancia materna exclusiva y los alimentados con fórmula o una mezcla de fórmula y leche materna.
Pero no está claro si esas diferencias afectan a la salud del bebé a corto o a largo plazo, dijo la coautora del estudio, Anne Gatewood Hoen.
"Nuestro estudio no establece vínculos con resultados de salud en este momento", dijo Hoen, profesora asistente de epidemiología y ciencias de los datos biomédicos de la Facultad de Medicina Geisel del Colegio Dartmouth en Lebanon, New Hampshire.
Pero Hoen y la autora líder, la Dra. Juliette Madan, neonatóloga y profesora asistente de pediatría de la Facultad de Medicina Geisel del Dartmouth, anotaron que su equipo se "sorprendió al hallar que incluso tres semanas tras nacer, el microbioma intestinal parecía ser conformado por el tipo de parto tanto como por el método de alimentación".
"Esto sugiere que el importante encuentro con la vida bacteriana que ocurre durante el proceso del nacimiento es muy importante para establecer el microbioma intestinal, y que sus efectos son duraderos", dijeron los investigadores.
Los autores anotaron en el estudio que "la cesárea se ha asociado con un aumento en el riesgo de obesidad, asma, enfermedad celíaca y diabetes mellitus tipo 1", y en comparación con la alimentación con fórmula, "la lactancia materna se ha relacionado con una reducción en los riesgos de enfermedades como el asma, la obesidad, la infección, el síndrome metabólico y la diabetes".
Hoen y Madan describieron sus hallazgos en la edición en línea del 11 de enero de la revista JAMA Pediatrics.
Unos dos tercios de los bebés del estudio nacieron por vía vaginal, y el tercio restante por cesárea. De forma similar, unos dos tercios fueron alimentados exclusivamente con leche materna en las seis primeras semanas de vida, mientras que 26 fueron alimentados con una combinación de leche materna y fórmula. Seis fueron alimentados solo con fórmula.
Los análisis de heces revelaron que el método de nacimiento del bebé tenía al menos un impacto igual de importante en las diferencias intestinales que la dieta.
El equipo de investigación también encontró que los bebés alimentados con una mezcla de fórmula y leche materna terminaban con una composición intestinal a las seis semanas que era más o menos igual que los que se alimentaron solo con fórmula, un hallazgo que investigaciones anteriores no habían notado.
No está claro qué significa todo esto para la salud de los bebés cuando crezcan. Pero Hoen y Madan dijeron que sus resultados "respaldan las recomendaciones actuales de parto vaginal si es posible, de evitar las cesáreas a menos que sean médicamente necesarias, y de lactancia materna exclusiva cuando sea posible".
El Dr. Mark Corkins, médico certificado de respaldo nutricional del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee en Memphis, dijo que los hallazgos no le sorprendieron.
"Es obvio que la forma en que se nace hace una diferencia", aseguró. "Por supuesto, los intestinos del niño no nacido no contienen ninguna bacteria mientras están en el útero. Cuando están dentro de mamá, dentro del líquido amniótico, no hay bacterias. Uno solo llega a la colonización después de nacer, al tragar bacterias durante el parto, si se nace a través de la vagina, porque la vagina no es estéril".
"Pero si se nace vía cesárea, el vientre se desinfecta en un quirófano estéril", explicó Corkins, que también funge como jefe de la división de gastroenterología pediátrica del Hospital Pediátrico Le Bonheur, en Memphis. "No se obtiene la misma flora. Se obtiene básicamente lo que hay en el hospital".
"Y entonces, tras nacer, si le alimentan con fórmula (que es nutricionalmente completa) tampoco se obtienen todas las cosas de la leche materna que la fórmula no puede replicar: los factores de crecimiento, y cosas que fomentan el desarrollo de ciertas bacterias buenas que estamos diseñados para tener en nuestro colon".
"Aunque las técnicas de microbiología que se están usando ahora para estudiar el tema son mejores, no es en realidad un hallazgo del todo nuevo", añadió. "Sabemos que la ruta por la cual se nace importa, y también el tipo de alimento tras nacer. Ambas cosas hacen una diferencia".
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